El 9 de enero de 1905;
Voy ha exponer un relato vivido por Alexandra kollontai, que inspiro al músico para mi un ídolo lleno de inspiración Dimitri Shostakovich;
Será duro el relato, pero abrirá las conciencias acerca del hombre y de su falsa vanidad.
Ahora en estos tiempos esa misma falsa vanidad existe, se ha cobrado vidas en Irak o en muchos mas sitios y en otros lugares el hambre destruye las almas de otros que se enriquecen.
"Marché con los manifestantes hasta el Palacio de invierno,
y el espectacáculo y la violencia salvaje descargada contra aquella
multitud de trabajadores indefensos ha quedado ya impreso para siempre en mi memoria.
El 9 de enero se presentaba soleado, con las calles cubiertas por la escarcha.
De todas las esquinas de San petersburgo salían pobres gentes que, en filas
interminables, serpenteaban hasta el palacio del Zar. Las hileras de manifestantes
cruzaban la vieja ciudad como hilos de una tela de araña. La muchedumbre se arremolinó
junto al palacio y esperó. Esperó pacientemente una hora, luego otra:
¿es que el Zar no iba ha salir a verlos? ¿Quién iba a aceptar la petición, la petición que
los trabajadores hacían al Zar?.
Pero el Zar no compareció. Las insistente súplicas de la multitud desarmada fueron contestadas
por un toque de corneta, que resonó con insólita presencia y claridad a través del aíre
helado. Nos miramos unos a otros sin comprender qué ocurría.
¿Que ha sido eso?, pregunto alguien junto a mí.
"Es la señal para que las tropas organicen las filas para ir a ver al Zar", dijo alguien de otro grupo, con ánimo de tranquilizar a los demás.
Volvimos a esperar, en tensión y asaltados por vaos presagios. Sonó otro toque. Los soldados se agitaron un poco. Pero la multitud seguía sonriendo. No era sino una muchedubre desarmada que
esperaba y confiaba batiendo los pies ante el hielo y la escarcha.
Hubo un tercer toque, y entonces llegó un sonido potente, como una descarga. "¿Que ocurre? ¿Estas disparando?" "No es nada", dijo una voz, "son solo salvas". Pero la gente estaba cayendo
alrededor de mí, mujeres, niños, como espigas heridas cayendo ensangretadas sobre la nieve,
junto a las barandillas de los jardines Alexandrov. "No os preocupeís, es un acidente!"
La gente se resistía a creer lo que estaba ocurriendo. ¡Pero el fuego continuaba a discreción, y la policía a caballo, la policía del Zar, cargaba ya con sus sables contra el pueblo!"
Yo soy del pueblo, besos.